Estoy cansado, abrumado, repleto de hastío. Siento un gran peso sobre mis hombros y un eterno terror en el estómago, la única sensación que puedo experimentar estos días y que no me permite dormir. Sé que algo terrible se apróxima, pero todo a mi alrededor está tan calmo que no puedo precisar de que se trata. La alerta está solamente interior, nadie más parece darse cuenta de las señales, esas advertencias invisibles que sólo yo puedo presentir.
Mi mente, mis pensamientos y mis sentidos están ofuscados. Incluso mi malicia parece aletargada. No puedo pensar en nada más. Hoy decido alejarme, hasta cuando pase Aquello que habrá de pasar. Tal vez termine siendo destruido, consecuencia innegable de todos mis actos pasados. Tal vez sobreviva al cataclismo. Si lo hago, aún entonces no es seguro que regrese. Tal vez me pierda en el anonimato de nuevo, para vivir como antes, solos mis demonios y yo.
Mientras tanto, habré de considerar esto como una interrupción, más que un final definitivo. De todas formas, quí se queda una parte de mi esencia, una entidad que por sí sola puede perturbar a los inocentes aventureros que se adentran en estos rincones sombríos. Entonces, en realidad, no me voy del todo. Sin embargo, faltará lo más importante. Pero de algo sí estoy seguro: éste, NO es el final…